Very Bad Things, crítica

Very Bad Things
Very Bad Things

Very Bad Thing, crítica

Very Bad Things es una comedia de humor negro escrita y dirigida por Peter Berg, director de «Hancock» o, más recientemente, la estrellada «Battleship«. ¿Lo ubicáis ya? Pues vamos a por su primer largometraje.

El primer punto a favor que nos encontramos de la historia de Peter Berg es que Christian Slater aparece en él. Es el protagonista indiscutible y el espíritu de la película, aunque no gira sobre su personaje, sino sobre el de Jon Favreau, que es el novio que va a casarse con Cameron Diaz.

Christian Slater es el amigo pendenciero, crápula, indeseable y vicioso que se encarga de traer una prostituta para la despedida de soltero a la que acuden cinco buenos y unidos amigos. Sin embargo, un gran incidente los vincula aun más: uno de ellos asesina sin querer a la mujer y todos asumen el riesgo que supone enterrarla, aunque no solo a ella porque por el camino tienen algún que otro inconveniente.

El argumento, que no está nada mal como punto de partida, se va deformándose para convertirse en una de esas películas donde la confianza, sin llegar a ponerse a prueba, sirve de excusa para ir cargándose a los tan buenos amigos. Van cayendo uno a uno y la boda se acerca.

Cameron Diaz interpreta a una cándida e irritante novia que quiere que el día de su casamiento se absolutamente perfecto. Su personaje es el que más evoluciona a todos, aunque en su caso podemos decir que sufre una apabullante deformación hasta un final que, si bien es bastante merecido dado el carácter molesto de la chica, es exagerado y bobo.

Christian Slater está espléndido, en su salsa. Nació con la cara oportuna para ese tipo de papeles, aunque él se merece una comedia con más clase. «Very Bad Things» no está a su altura porque termina yendo a lo fácil, a las hipérboles, al descontrol, al humor ineficiente del pan para hoy y hambre para mañana. No es una de las que se graban en la memoria.

Respecto a los demás actores, Jeremy Piven y Daniel Stern hacen un buen trabajo como hermanos que se soportan ahora sí y ahora no. Algunas escenas están bien logradas, sobre todo las que requieren herir a algún personaje. El humor, como he dicho, no es muy allá, pero es suficiente para echar una tarde en el sofá y apreciar el trabajo de Christian Slater.

Repasando la filmografía de Peter Stern, vemos que no hay obras brillantes en su repertorio, salvo la serie «Friday Night Lights». El tipo tiene madera, pero aun tiene que pulirla y sacar todo el talento que se dosifica.