Crítica de ‘La Lego película’ y cómo arrasar jugando

lego la película

‘La Lego película’ o ‘Lego’ es uno de los triunfos de las últimas semanas, arrasando tanto en taquilla que tras su primer fin de semana ya se ha planeado secuela para estrenar en 2017. El secreto de este rotundo éxito es apelar a la nostalgia, al buen humor y a una animación digital llena de encanto. Por supuesto que la marca de juguetes Lego cuente con una enorme cantidad de compradores y fanáticos de todas las edades también ha sido una de las razones de peso para este boom, sin embargo, los niños que acompañaban a los padres salieron también de la sala más que encantados.

Lego aprovecha el tirón en general que tienen los juguetes, un atractivo innato como se demuestra de la saga ‘Toy Story’, y además opta por una estética algo retro que aporta a los adultos humor y les hace conectar con su infancia. Por otro lado, los muñecos y figuras que se mueven a trompicones, como si viéramos un stop motion de las piezas verdaderas, añade verosimilitud a este mundo: a primera vista parece que se use una técnica falsamente  imperfecta, pero en realidad es el toque de personalidad y la definición del mundo de Lego. Los muñecos han cobrado vida de verdad y se ven limitados por su forma para andar y coger cosas, y las estructuras y elementos se comportan de esta manera(o como si un niño fuera el responsable de sus acciones y pasos). Es una delicia ver el fuego fluir en unas lenguas de llamas de plástico o el agua moviéndose en una mar de piezas.

La comedia se articula en dos lecturas, una aparentemente inocente e infantil y una adulta, más mordaz, aunque menos profunda. Hay incluso cierta crítica a la sociedad y la visión del mundo moderno, apuntada con mucha guasa, cierta mala leche y poca seriedad que va ligada a la mera aventura de salvar la ciudad y el resto de los mundo Lego.

El argumento bastante típico- un hombre normal, e incluso anodino, es el elegido para salvar la ‘Tierra’ del malvado villano que quiere destruirlo todo-, se apoya en la ‘mecánica atascada’ de la animación digital, ese toque kitsch de la fluidez de las piezas, en los chistes facilones, infantiles y hasta tontorrones, y en la picaresca de emplear personajes excesivamente arquetípicos y otros  tan conocidos por todos como Batman, Superman o Dumbeldorf. Este carácter cómico engancha o repele de manera inmediata en cuanto empieza el film y llegado el final a nadie le extrañara que aparezca cualquier cosa: el guiño final de hecho llega con una colaboración ‘estelar’ que hará sonreír al público adulto, ya convencido, y que volverá a recordarnos, en otro punto, a la mítica ‘Toy Story‘.

Esta línea de gracia absurda e infantil recuerda mucho a la primera (y gran) ‘Lluvia de albóndigas’ y no es de extrañarnos ya que sus responsables son los mismos:  Philip Lord y Chris Miller dirigen y escriben el guión de este taquillazo. Warner Bros se apunta un buen resultado con esta película que, si bien ha tardado muchos años en materializarse, después de haber rondado diferentes ideas, relatos y personajes, haberse demorado y postpuesto varias veces, ha merecido la pena.

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