‘Blancanieves’ es una de esas rarezas que no suelen darse en terreno patrio y que, por esta misma procedencia, suele ser desdeñada sin más por un público poco curioso, cuando es una de esas genialidad que toma lo mejor y lo peor de nuestras manías y tópicos. Por suerte, no sólo es un hallazgo, sino que parece estar siendo justamente reconocido como el mismo director, Pablo Berger, ha confesado: antes nadie quería producir ‘Blancanieves’ y ahora todos me llaman para felicitarme.
Al mismo tiempo,Blancanieves constituye un homenaje al mejor cine mudo europeo, pasando por Dreyer, Stronheim o Abel Gance, que a diferencia de ‘The Artist’ es más que un facsímil: una prueba de la eficiencia cinematográfica y narrativa del ‘lenguaje mudo’ que, además, innova y es original. Cómo se explicaba a los alumnos de la misma ECAM en un taller patrocinado por Canal plus Berger proponía a sus estudiantes de la New York Film Academy siempre el mismo primer ejercicio: Contar una película en tres planos de cine mudo. Si ellos podían, por qué no él, que había visto cientos y cientos de clásicos y comprobado la fuerza que conseguían estos sencillos relatos de sus pupilos.
Al saber cinéfilo de Berger se le une su gusto por sorprender: atentos, por ejemplo, al final de esta historia, gótico y corrosivo, y muy del gusto de servidora. El hecho de que coincidiera en el tiempo(más o menos) con ‘The artist’ fue pura coincidencia, pues su estreno se dio tan sólo una semana antes de empezar a rodar ‘Blancanieves’. En este sentido, admite el realizador de ‘Torremolinos 73’, perdió la fuerza del efecto sorpresa que tanto pretendía con su película muda y en blanco y negro, pero, por otro lado, le abrió la veda, pues ya se demostraba que ante un proyecto así la gente podía acudir a las salas de cine sin tanto reparo.
‘Blancanieves’ es un cuento ágil y astuto que no se queda en la simplicidad de lo infantil, sino que más bien tomando con inspiración el clásico de los hermanos Grimm nos cuenta una historia dramática, con toques de humor negro, estética preciosista y realismo mágico. Convertimos el castillo de la madrastra en un cortijo tipo Xanadú( ‘Ciudadano Kane’), con fantasmas del pasado y ala prohibida. La malvada madre política es una esplendida Maribel Verdú, que consigue hacer al personaje actractivo, perverso y divertido a partes iguales que junto a Pere Ponce, su amante en sustitución del rol de ‘cazador’, consigue poner el punto macabro y humoristico. No obstante, el reparto no tiene desperdicio: Josep María Pou, Angela Molina, abuela perfecta que todo el mundo querría en su película, Daniel Giménez Cacho, padre en las sombras con un pasado grandioso y trágico, una figura paterna imprescindible en el relato, Inma Cuesta, folclórica, esposa de torero y madre, y, desde luego, no hay palabras para las dos protagonistas, Sofia Oria y Macarena García, premiada en San Sebastián, porque su ternura, sus ojos, transmiten unas Blancanieves, que con perdón, ya quisieran Lily Collins o Kristen Steward.
El guión también colabora con todo esto pues se nota que cuenta con un ferréo trabajo detrás, con un storyboard aún más intenso. ‘No escribo, vomito imágenes’. dice el director sobre su cadaver exquisito visual al que le da ‘orden’ con una clara línea narrativa, y una vuelta de tuerca a la icongrafía española del sur y a su imaginario colectivo. Y sin embargo,‘Blancanieves’ no es más que una excusa para una historia de padre e hija fotografiada con esmero rompiendo y dando otro sentido al cliché. Quizás en todo esto haya quien eche en falta más peripecias de la troupe de enanitos y princesa torera, ya que se le da algo más de tiempo a la pequeña hijastra maltratada que compone la base del mito. Lo mejor es que a pesar de todo este conglomerado de elementos es de las tres ‘blancanieves’ de 2012 la única con atisbos de verosimilitud: no es que sea superrealista, pero todo es muy creíble, posible, y sin necesidad de hadas, ni principes, ni brujas, ni espejo mágico, ni casita en el bosque para ser una fabula y con un estilo elegante.
Con todos estos actores en acción sólo cabe reseñar que la fotografía se convierte en un lienzo donde se pintan estampas emotivas, con luces y sombras que emocionan y donde en ningún momento se echan en falta las palabras sonoras. De hecho, Berger reta al fan del film a volver a ver la película incluso eliminando la música para comprobar el gran poder de las imágenes creadas en estado puro y los sentimientos que provocan. Dicho esto, no queremos tampoco dejar de mencionar la banda sonora de Alfonso de VillaLonga, que trabajó con el texto visual una vez hecho por completo y a través de un diálogo intenso via web con Berger, a quien se lo había recomendado su amiga Isabel Coixet. No cabe duda alguna que acertó de pleno, pues cualquiera diría que no se hizó a la par que el rodaje o incluso por retroalimentación una labor de la otra. (Recordamos que se puede votar en la web si queréis ver el film en vuestra ciudad con orquesta reproduciendo en directo la magnífica música)
Ahora mismo ‘Blancanieves’ está en Los Angeles, donde su director, está haciendo campaña, para ganarse un hueco entre los nominados a Los Globos de Oro y Los Oscars. Para que comprobéis si merece un puesto entre los candidato o ganadores, tendréis que verla antes de juzgar, cosa que, además os recomendamos efusivamente.