Crítica: ‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)’

Birdman, crítica

 

Birdman, crítica

‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)‘ es una de las películas de 2014 según la crítica norteamericana y según los recientes Globos de Oro 2015. La nueva película de Alejandro González Iñárritu  aborda una sátira cómica y sagaz del mundo del espectáculo y sobre el egocentrismo de todo ser humano, no falto de encanto y tragedia a partes iguales.

‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)’ cuenta la historia de un viejo actor cuya fama ha pasado. Su mejor papel, por el que aún le recuerdan, fue el de un superhéroe de blockbuster, el mencionado hombre-pájaro, pero tras el cual no ha vuelto a tener suerte. Ahora con el fin de redimirse y demostrar al mundo su valía ha montado una obra teatral en la que él adapta, dirige y protagoniza un drama de Raymond Carver: ‘De qué hablamos cuando hablamos de amor’. Tanto el contexto teatral como lo que algunos llamarían el mundo extradigiético parodian y crítican esta necesidad de ser amado.  A esto se le suma la de ser admirado y querer alcanzar gloria, convirtiendo la pieza teatral citada en lo más importante del mundo, aquello en lo que Riggan, así se llama el protagonista, ha invertido todo su dinero y esperanzas.

Eso no se queda ahí la sombra del hombre pájaro es un peso real que habla y guía ese ansía de fama en Riggan, a quien tortura e insta a hacer cualquier cosa para volver a ser quien es, una estrella. Birdman, es un representacio de su ego que se mueve como un personaje más, síntoma de la distorsión de la realidad y símbolo de ese deseo de reconocimiento masivo. Sin embargo, el resto de los personajes y su misma hija, todos necesitados de ese amor ajeno y externo (cuando es el interno y propio el que les hace falta) gritan: en realidad todos somos insignificantes, nada de esto tiene importancia y, si la tiene, ella no está ahí fuera.

Es gracioso, y a ahí está la ironía, que cada personaje parezca compartir algo con su actor: Michael Keaton aún es recordado por el ‘Batman’ de Tim Burton, ya que después no ha tenido grandes trabajos (aunque nunca dejara de trabajar), Edward Norton tiene cierta fama de colérico y Emma Stone y Naomi Watts, que no tienen esta similitud, interpretan a personajes deseosos y faltos de atención que engloban a tantos actores e hijos de actores que son capaces de ser reconocidos. De la misma manera, las manias y vicios de este mundillo de estrellas aparece parodiado aquí, hasta en lo más mínimo, con sus muestras ridículas, con sus cualidades arquetípicas. Y la crítica a los medios también está incluida en el paquete. Por suerte, hay que decir que todos los intérpretes lo bordan, razón por la que Keaton ya tiene un globo de Oro.

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El planteamiento narrativo es reforzado un inteligente e ingenioso uso de la cámara que finge un continuo plano secuencia, con tendencia a primeros planos, que está tan bien hilado que mantiene la fluidez y nos permite inmiscuirnos de manera natural en la intimidad de los personajes, mirar como vouyeurs y además nos proporciona un toque teatral  y subjetivo que nos viene al pelo. Los efectos especiales están muy bien elegidos y colocados para no saturar ni mostrar más que una obsesión, que sólo a momentos se torna en locura personal y, para rematar, la fotografía se adecúa con sutileza a esos momentos de realidad y fantasía. La música apoya el enfoque teatral y efectismo y además, al ser jazz, proporciona elegancia al film.

Entre los defectos o, más bien peticiones, está la de exacerbar la comedia. El lado lúgubre predomina sobre el lúdico o cómico, pero también hay que decir que no se puede enfatizar esa acidez en el protagonista, ya que, especialmente en él, está esta virtud de la ignorancia, que le permite seguir en pie a pesar de su ruina y luchar contra el pájaro que le asedia al mismo tiempo (y caer bien con todos su bagaje). No obstante, quedan ganas de que la mala leche se use más para el chiste y el zarpazo que para la tristeza.

El final es otro de los puntos flacos del film, a pesar de que para mucho en el se hallé la genialidad última del mismo. No os vamos a decir como acaba, pero vamos a apuntar que se trata de un desenlace ambiguo o abierto, momento en el que el espectador tomará la decisión final y reconstruirá el relato como quiera. Iñarritú, quizás cansado de sus tragedia abismales anteriores (’21 gramos’, ‘Amores perros’ y ‘Beatiful’), prefiere no dar la estocada final y dejarte a ti, sí a ti, que elijas el camino de este actor, redimirlo o no, es tu elección. También es su manera de hacerte hablar de la película, de pensarla, reflexionar, pero desde luego no se trata de un cierre complaciente en cualquier caso.

‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)’ es una de nuestras recomendaciones, aunque si eres de los que aborreces las dobleces de metarrelatos y la comedia negra, abstente, porque aquí tienes una buena dosis de ambas cosas.