Crítica de «Moonrise Kingdom»

No cabe duda de que Wes Anderson tiene un sello muy personal que imprime en cada película que nos ofrece y, como es obvio, «Moonrise Kingdom» no carece de él, por lo que hará las delicias de su público. Al mismo tiempo, no obstante, creo que tiene un toque tan atractivo como «Rushmore»: aunque sea un universo desconocido, te puedes sentir cómodo en él.

No es tan especial como «The Life Aquatic with Steve Zissou» o «The Royal Tenenbaums», en las que cuesta más meterse y congraciarse con los personajes. El tema principal de «Moonrise Kingdom» es el primer amor, el amor pasional, arrebatador, el que trastoca el mundo personal y hiere, enloquece, enferma, llena y todos los verbos del diccionario… Quien más y quien menos está al tanto y puede identificarse con los chicos o despreciarlos, pero, en la mayoría de casos, no se va a quedar indiferente.

Pero, porque hay un pero, estamos en una película de Wes Anderson y las cosas no pueden ser sencillamente simples. O sí, porque él hace que lo parezca, pero no lo son. Sus personajes son estrambóticos, a cada cual más raro. No hay un ser humano «normal» en sus guiones. Todos tienen rasgos especiales; si no lo hacen sus propios gestos o actitudes, ya son sus complementos. Y las situaciones cotidianas se convierten en rocambolescas en sus manos, así que no estamos ante una historia de amor preadolescente.

Moonrise Kingdom, entre lo retro y lo kitsch

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La estética de Wes Anderson es asombrosa y resulta difícil (bueno, quizá no tanto) encontrar un director que sea tan fiel a sí mismo durante toda su filmografía. Él quiere contarnos SUS historias, historias que cree que debe compartir, y lo demás le da igual. Eso se agradece, aunque en algunos casos no le funcione tan bien con el público general. En «Moonrise Kingdom», me parece, no solo no tiene ese problema, sino que se beneficia, pues, como muchos habrán notado, lo «retro», lo «vintage», lo «antiguo», lo «kitsch» ha regresado y golpea con fuerza. Se podría argumentar que se trata de una moda pasajera y que en viente o treinta años la película quedará desfasada perdiendo uno de sus puntos importantes y, con ello, casi toda su magia, pero no lo creo así.

«Moonrise Kingdom» no se queda solo en una bonita y atractiva fotografía de hipsters. Es verdad que la historia no tiene la profundidad de una fosa oceánica porque los personajes son singularmente planos, aunque se salvan gracias a ese aire estrafalario y poco real, pero hay algo que contar y está bien contado. Entretiene, deleita y emociona.

Descubrimientos en Moonrise Kingdom

Jared Gilman y Kara Hayward han sido una grata sorpresa, sobre todo esta última, que con una simple mirada (y un poco de ayuda del maquillaje) te das cuenta de que ha comprendido de qué va el mundo de Wes Anderson. Si sus zorros de «Fantastic Mr. Fox» tuvieran representación humana, Kara Haward sería uno de ellos, sin duda. Luego tenemos a Bill Murray en el papel de padre, algo que desde hace años le queda pequeño si sus hijos no pasan de los doce años. Bruce Willis y Edward Norton nos dejan un buen sabor de boca, pero Jason Schwartzman amenaza con provocar una subida de azúcar. Tilda Swinton llega para poner una nota de «cordura» a este descalabrado reparto.

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Si la fotografía es un apartado obligado en cualquier referencia a Wes Anderson, la música no ha de ocupar un lugar menos destacado. Igual que en «Rushmore», consigue una comunión asombrosa entre la historia y la banda sonora. No hay notas discordantes y, además, se permite hacer algún que otro guiño.

No voy a hacer spoilers. Solo quiero resaltar lo «adorable» que es esta película y lo apropiada que es para introducirse en el universo de Wes Anderson; básicamente es una cuchara cargada con su humor nostálgico, su pintoresca fotografía y sus extraordinarios personajes que el espectador puede engullir sin atragantarse.

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