Crítica: ‘Dioses y Perros’

crítica de 'Dioses y Perros'

crítica de 'Dioses y Perros'

‘Dioses y perros nos cuenta una historia común de gente normal en circunstancias adversas, gente capaz de superarlas en ocasiones y derrotada en otras. Hugo Silva se mete en la piel de Pascal, un sparring que cuida de su hermano invalido y que tiene el futuro muy negro, por no decir absolutamente pesimista, pero que empieza a remontar cuando una mujer vitalista y dicharachera en su vida, Adela, alias de Megan Montaner.

‘Dioses y perros’ habla de los precios del perdedor y del ganador y como pagar para pasar de un estado al otro. Los temas que maneja el argumento son muy interesantes: el trauma de la perdida, el sentimiento de culpa del superviviente, la crisis y las peleas ilegales. Sin embargo, y lo decimos con pena, está muy mal hilado y lleno de tópicos. La tragedia se convierte en algo apresurado, teatral y exagerado, a pesar de que lo actores, especialmente Megan Montaner, es esfuercen en hacer naturales los diálogos, elementos en los que se artícula todo el film.

Hay mucha condescendencia e inmadurez en el tratamiento de la discapacidad del hermano, más apto en vivir su vida que su hermano mayor, que además dice cuidarle pero sólo le entorpece y le vacila. Es personaje de no sólo es egoísta es infantil: no hay nada que nos deje ver que se ocupa de su familia, pues no hace nada más que irse a tomar latas de cerveza con su amigo, que para colmo es un alcohólico, o a sacarle de los bares. ¿Es coherente? ¿Beber con un alcohólico es ayudar?  En cuanto a canalla lo borda, pero se les olvida darle forma a su lado sensato y tierno.

En cuánto a la trama amorosa, esta es la que aporta el toque positivo del film, pero sale de la nada y se mueve en un ámbito forzadamente casual. Ella es obstinadamente extrovertida (ella se lo guisa y se lo come). Montaner habla y habla y habla, pero Silva no le sigue al paso y uno frena al otro. La química es visible entre ellos, pero no entre los personajes estereotipados y opuestos, que se enamoran demasiado rápido.

Por otro lado, aparte de ir extremadamente deprisa técnicamente no añade nada, no se puede ser más convencional, y cuando trata de arriesgar, falla: un par de escenas con cámara en mano comete el error de atreverse con una conversación en plano contra-plano deslizando el grabador de uno a otro y tambaleandose.

De verdad que genera mucha decepción corroborar que los defectos no se compensan a medida que pasa el film y que lo más interesante se ve en el desenlace, inverosímil, aunque al menos complaciente y positivo. También desanima ver como el personaje de Pasca se desaprovecha, pues podría ser un auténtico hallazgo, se queda en el dibujo de alguien que no conoce (o parece no conocer) lo que cuenta o que no le da credibilidad al relato y sus seres.

En resumen buenas intenciones que se quiebran en un producto casi-televisivo y hecho como con prisas. ‘Dioses y perros’, sin embargo, servirá a las necesidades de los fans de Hugo Silva y Megan Montaner, que dan lo mejor de sí, aunque no está todo en sus manos.