Crítica “El caballero oscuro: La leyenda renace”

Con la crítica de la última entrega de Batman, ponemos fin a una semana enteramente dedicada al hombre murciélago. Más allá de la devoción propia (que existe), la trilogía que ha levantado Christopher Nolan no ha dejado indiferente a nadie. No es de extrañar. Calidad fílmica inmensa, interpretaciones poderosas, dirección imponente y recaudaciones superlativas. Ahí es nada.

Siete años después de que “Batman Begins” hiciese el cambio de ritmo dentro de la saga, y cuatro después de que “El caballero oscuro” nos cortase la respiración, llegaba el turno de cerrar la historia. Nadie dudaba del talento de equipo e intérpretes, pero el peso de las expectativas era elevado. Si alguien sale decepcionado de la sala de cine al finalizar esta tercera entrega, el único motivo será el agravio comparativo frente a “El caballero oscuro”. No sean injustos. Deberían haberse dado cuenta antes de comprar su entrada que el nivel de aquella magnífica segunda parte era inalcanzable. Cuando se toca techo no queda más que ir hacia abajo. Nuestra intriga debería reducirse a la cuantificación de la caída.

Pues pueden ustedes quedarse tranquilos. La caída es ínfima. El nivel es similar a la segunda. Esta ligera inferioridad respecto a “El caballero oscuro” se debe a dos motivos: Por un lado, el enorme “Bane” (villano de “La leyenda renace”) no logra el nivel de aquel “Joker” construido con maestría por nuestro añorado Heath Ledger. Por otro lado, en esta última entrega hay un periodo de tiempo de media hora, durante el segundo acto, en el que se pierde levemente el ritmo. Esas son las diferencias. Nada más.

De modo que disfruten “El caballero oscuro: La leyenda renace”. Emociónense cada vez que Bale se enfunda ese traje de justiciero negro, admiren los fantasmas personales de cada personaje, degusten el pulso en la dirección del maestro Nolan y, sobre todo paladeen la última hora del filme: lo mejor de toda la trilogía. Porque, aunque pueda pesarles la media hora inmediatamente anterior al gran final, ya saben: La noche es más oscura justo antes del amanecer.