Crítica: El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)

Existe una tendencia generalizada entre crítica y público a infravalorar ciertos géneros fílmicos. La comedia en sus distintas variantes ha sido, tradicionalmente la abanderada de esos géneros, lo que supone una osadía si tenemos en cuenta que individuos como Billy Wilder, Ernst Lubitsch o Woody Allen (ahí es nada) han apostado tradicionalmete por su variante romántica con toques amárgos. Llegan a nuestras pantallas y vamos a verlas masivamente, pero no les damos la importancia cinematográfica que realmente tienen. Se las nomina a premios, pero para hacer bonito. Así las cosas llegan a nuestras carteleras obras brillantes como «Entre copas», «Pequeña Miss Sunshine» o «Up in the Air» (por citar algunas de los últimos años) y nadie nos avisa de que no debemos perdérnoslas. Pues para eso está aquí un servidor. Para avisarles de que «El lado bueno de las cosas» es una auténtica joya.

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El «culpable» del filme que nos ocupa no es otro que David O. Russell, que ya venía de firmar otra cinta magnífica como es «The fighter». Si en aquella ocasión la historia indagaba en el peso de la familia con sus bondades y miserias, en «El lado bueno de las cosas» la esencia no cambia mucho. El boxeador de Mark Wahlberg se transforma ahora en el bipolar de Bradley Cooper. La familia y sus fantasmas siguen flotando en el aire hasta inundar los pulmones de unos protagonistas incapaces de tomar las riendas de sus vidas. Las coincidencias no acaban ahí, ya que el elemento extraño ajeno a la familia que representaba Amy Adams en «The Fighter», ahora llega de la mano de Jennifer Lawrence. Las principales novedades que incluye David O. Russell son el cambio a un tono de comedia, así como un mayor riesgo en la planificación estética. También se ha hecho cargo del guión y, de esta manera se dirige al perfeccionamiento de un estilo más que atractivo.

La historia de un profesor de historia (Cooper) que se encuentra a su mujer con otro hombre en la ducha puede que no diese para mucho. Si a esto le añadimos que el individuo en cuestión le da una paliza al amante de su mujer hasta casi matarlo, lo que hace que acabe siendo diagnosticado de bipolaridad, la cosa parece más atractiva. Si despues de ocho meses en un psiquiatrico, el protagonista vuelve a casa de sus padres y su padre (Robert de Niro) está tan zumbado como él, la boca se nos hace agua. Y si resulta que conoce a una atractiva joven que acaba de enviudar y que tiene más «goteras» que los dos anteriores, el espectáculo está servido.

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Si que es verdad que la cinta no mantiene el nivel durante todo su metraje. En el último acto sucumbe a cierto «buenrrollismo» que poco tiene que ver con el planteamiento inicial, pero no es suficiente motivo como para empeorar el sabor de este magnífico plato. David O. Russell probablemente sea uno de los mejores directores de actores que existan a día de hoy en el panorama cinematográfico. Solo por reencontrarse con el mejor Robert de Niro de los últimos años merece la pena pagar la entrada. Encima Jennifer Lawrence demuestra que lo de «Winter´s Bone» no era flor de un día con la que probablemente sea la mejor interpretación femenina del año. No hay que desmerecer tampoco a un Badley Cooper que se revela como un actor serio y capaz.

El año 2013 sigue dejándonos buenas notícias. «El lado bueno de las cosas» es otra maravilla que no conviene perderse. Divertida, emotiva e irónica, se trata de una cinta de obligado visionado. Es una comedia romántica, pero es brillante. No me digan que no les avisé.