Crítica : ‘ Foxcatcher’, el lugar donde el pobre y el rico quieren soñar

Crítica Foxcatcher

crítica de 'Foxcatcher'

‘Foxcatcher’ es una de las películas más alabadas en su camino a los Oscars, pero no es ni mucho menos una película fácil, sino otro de los relatos oscuros sobre la miseria y la debilidad humana, sobre el sueño americano y la frustración personales, los complejos y los celos, de la manos de Bennet Miller. Y esto aunque en principio puede ser la base de cualquier drama intenso se convierte en un film que se especializa en un atmósfera y un aire destructivo y venenoso. Otra cosa es, además, que esto sea entretenido.

‘Foxcatcher’ cuenta la historia de un millonario, John D.Dupont, cuyo sueño es el ser luchador de lucha libre y estandarte de los ideales conservadores y patrióticos del país. ¿Cómo quiere llevar esto a cabo? Dupont decide financiar su propio equipo de wrestling olímpico. Para formar este elige a un excampeón olímpico de vida triste, Mark Shultz, obcecado en triunfar y en salir de las sombras de su hermano mayor, David Shultz, otro luchador igualmente  ganador pero con un carisma muy superior. El pobre se va casa del rico y allí establecen una relación de necesidad  y dependencia  bastante enfermiza, basada en obtener cada uno su propio sueño. Dupont va preparando su elevación al Olimpo de los dioses del deporte como entrenador de una futura medalla de oro, de una manera ridícula pero persistente y algo aterradora, sobre todo en cuánto uno descubre que uno de sus traumas es salir de su personal sombra, la de su madre de la que no consigue aprobación.

Crítica Foxcatcher

Así lo que bien podía ser un filántropo del deporte y un mecenas honorable no es nada más que un pequeño manipulador al que las cosas no le van a salir del todo bien. Al ver peligrar su oro en Seul, y tras comprar el servilismo del luchador pobre y, no es por faltar, tiene pocas luces, decide comprarse también al hermano bueno, que si bien viene a ayudar al ‘desdichado’ no hace nada que hundirle con el peso de los celos y de la baja autoestima y su sensación de oprimido, de servil súbdito menospreciado, de segundón, se clava como un cuchillo en el fornido pecho de Channing Tatum. A partir de aquí el drama final se huele y precisamente para quien se documente sobre esta historia real no será una sorpresa, pero para la parte que acuda a la sala sin hacerlo, no os lo vamos a contar. Tatum se derrumba y con él se enferma en resto de ‘Foxcatcher’.

Foxcatcher: tatum y ruffalo

El hallazgo del film está sin duda en ofrecer unas interpretaciones soberbias de sus tres protagonistas, Channing Tatum, Mark Ruffalo, que siempre suma, y un loable Steve Carell. De estos 3 es Tatum quien se lleva la palma con un personaje concentrado, hermético y, sin embargo, dentro del cuál es fácil leer una lucha con sus miedos, en silencio, hasta que le destruyen. Sin embargo, la fama de muscu-guapo que tiene va a hacer que no se valora tanto su trabajo, a pesar de que haya demostrado su capacidad para pegar tiros tanto como reírse de si  mismo y en este caso, de ponerse serio.

El problema de la película, aunque muchos opinarán, que es una simple elección narrativa, es contar todo entre silencios, planos largos y llenos de aire, descaradas miradas que se mantienen con osadía y un ritmo plano para enseñar sin tapujos ni distracciones este triángulo de vicios, castas y valores trastocados. Es decir, nos hallamos ante un retrato de algo más de 2 horas del campeón Mark Shultz, quien ha causado la polémica al amar y renegar día si y día no del film, sin tensión, sin mucho diálogo y con poco banda sonora.

Quizás sea un error esperar la típica estructura narrativas, las mismas argucias de guión de suspense, los trucos recurrentes de un drama de este calibre, pero también resulta de una cierta altivez algo elitista, dirigirse en este tono desnudo y de tal rigidez formal, aunque podamos aplaudir la expresividad de su contención.

Lo que si es cierto es que el retrato resulta verosímil y autentico y desde los primero planos donde se ve al luchador entrenar sólo, comer noodles en un apartamento sólo y dar un discurso que debía dar su hermano en un colegio de primaria y todo acompañado de vacío, silencios y una luz gris, hacen que el protagonista resuma su personalidad y su destino en un sólo segundo y más cuando aparece Ruffalo, el opuesto amable, familiar y mentalmente sano, sin dejar se estar en el mismo plano humilde y trabajador que su hermano.

Existen además, temas interesantes en el film, que quedan en metáforas suaves o que se apuntan por debajo. Una homosexualidad reprimida como fuente de las distorsiones de ambos protagonistas, millonario y deportista, una falta de humanidad y de imposibilidad de conectar con el mundo, obvia a través de su asedian soledad, así como ese sadomasoquismo que les une y les aleja, y que muchos dicen sustenta esa jerarquía social injusta que separa a los adinerados de los obreros que viene materializado y siempre está presente a través de los espacios: la inmensa finca de Foxcatcher con su gimnasio, sus caballos y sus alarde de Casa Blanca. Los temas políticos están también subyacentes en esto último, pero realmente es la relación humana, la que nos interesa y la que importa.

Otra de las dificultades que presenta el film en esta dificultad de empatía o simpatía, absolutamente enfocada en el personaje de David Shultz, lo que es lo mismo, Ruffalo, es de tipo local. No se a los demás, pero a la aquí presente el deporte del wrestling es una cosa que no le parece emocionante y además le resulta ajeno y como el film desnudo y libre de gracia. Quizás si hablarán de fútbol o atletismo a uno le placería más la competición.

En cualquier caso, ‘Foxcatcher’ es una de las películas de este año, candidatas a los Oscars, aunque de momento, en las galas y premios previos no se ha llevado nada, a excepción del premio a mejor director en la pasada edición de Cannes. Desde luego no apostamos desde aquí porque sea una de las ganadoras esta noche, ni una de nuestras favoritas, pero, repetimos, si que es una prueba clara de que actores como Steve Carell o Channing Tatum tienen mucho para soprendernos en el futuro, si optan por salirse de su zona de confort. Así parece que los verdaderos competidores de los Oscars 2015 serán Boyhood y ‘Birdman’, mientras que parece que Julianne Moore con ‘Siempre Alice’ ya tiene el premio bastante asegurado, al igual que J.K. Simmons el de mejor actor de reparto en ‘Whiplash’.

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