Imagínense que un par de delincuentes chapuceros roban a punta de pistola una partida de poker repleta de “peces gordos”. Si la pareja en cuestión lleva guantes amarillos de plástico, más aptos para labores del hogar que para un golpe de miles de dolares, la cosa puede oler a comedia. En el caso de que el organizador de la partida sea Ray Liotta, todo parece ponerse más serio. ¿”Uno de los nuestros”, quizá? Pues ni una, ni la otra, sino todo lo contrario. Les parecerá una expresión extraña, pero viene a cuento si el que dirige es el neozelandés Andrew Dominik.
Lo cierto es que el director de “Chopper” o “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” con Mátalos Suavemente construye un thriller con tintes mafiosos, donde los disparos más trepidantes salen de las bocas de los protagonistas, en vez de sus pistolas. En “Mátalos suavemente” todo es sucio y gris. El cielo encapotado no es más que un fiel reflejo de lo que ocurre más abajo. Una pieza más de la enorme metáfora política y moral que quiere representar la obra de Dominik. Es este el principal lastre del filme. El intento de trascendencia más allá de lo convencional se pierde entre las palabras de Pitt y compañía. Demasiadas cuestiones para abarcar en una hora y media de metraje.
No se lo tomen a la tremenda. El hecho de que el mensaje trascendental no cale, no condena a la cinta al fracaso. La forma es impecable. Dominik es un realizador de estilo. La atmósfera lograda con la fotografía alcanza niveles brillantes. La elección de cada plano es propia de quien conoce bien su profesión.
En lo referido a campo interpretativo, el bueno de Brad Pitt da otra lección magistral, demostrando a propios y extraños que vale para cualquier papel. El Jackie Cogan que aquí construye tiene mucho de aquel Aldo Raine “tarantiniano” de “Malditos bastardos”. La convivencia normal con una extrema violencia es el caldo de cultivo ideal para que Pitt se muestre en todo su esplendor. Lo mismo ocurre con un James Gandolfini en su hábitat natural, y con Richard Jenkins tirando de oficio.
De este modo, “Mátalos suavemente” ofrece menos de lo que pretendía su director, pero más que un noventa por ciento de las cintas que nos llegan cada viernes. Si deciden ofrecerle su confianza, descubrirán una obra oscura y sucia, pero también talento por los cuatro costados.