Crítica: ‘Nightcrawler’, sangre fresca para sus hogares

Nightcrawler critica

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‘Nightcrawler es una de las películas de los Oscars que redunda en este espíritu pesimista sobre la sociedad actual. Nos habla de la ambición sin escrúpulos y los ideales del emprendimiento y el camino hacia el éxito llevado por el lado oscuro. La crisis se expresa con sarcasmo y nos muestra un mundo hóstil donde hay que sobrevivir y sólo lo consiguen los más duros. Por suerte, el humor, la sátira, el cinismo e incluso la caricatura hacen que se nos arranque una sonrisilla perversa que hace que aflojemos la tensión que genera el suspense ante que será lo siguiente que haga este ‘rondador nocturno’.

‘Nightcrawler’ nos cuenta la historia de un estafador y un crápula sin oficio ni beneficio, Louis Bloom, que espera su oportunidad para escalar de posición. Por azar del destino descubre que como cámara de sucesos, grabando accidentes, robos, conflictos sensacionalistas y morbosos, puede sacarse un dinero más que fácil. Le va cogiendo el gustillo e inicia su camino de ascenso a toda costa: no importa si se tiene que involucrar, si tiene que chantajear, jugarse la vida para llegar a la escena antes que nadie, manipular la pruebas y los cuerpos u ocultar información a la policía, e incluso contribuir con sus propios delitos. Todo es licito para conseguir las mejores tomas y los mejores sueldo y más que nada por puro egocentrismo. A lo largo del film su osadía y sus requerimientos de tarifas ascienden mientras vemos que se mantiene con una vida aburrida y el mismo apartamento pobre en un barrio bajo. Sus aspiraciones se limitan al éxito y al poder por si mismos y lo único que cambia son sus cámaras y su coche como materialización de esto.

Nightcrawler-jake-gyllenhaal

Con este camino crítica al mundo de los medios,  a sus falsas verdades, a la sociedad machista, a los libros de autoayuda, al sueño americano y al lema como hazte a ti mismo, a internet, a la inhumanización que promueven los edificios inmensos de trabajadores, las redes sociales, la alta competitivas, la violencia generalizada en televisión. Lo hace sin torcer el gesto con un espectacular Jake Gyllenhaal, que degenera hacia la monstruosidad y esta citada deshumanización, y una Rene Russo que vive inmersa en ese ambiente, y que en su síndrome de Estocolmo se sumerge y se retroalimenta de la misma sed de poder. No hay sitio para la bondad en este lugar y en este sentido podríamos estar en una película de mafiosos, ya que es cine negro llevado a un contexto diferente, donde el delito surge de la venta de los cadáveres que otros crean.

Todo esto se acompaña de una fotografía cruda, no porque se exceda en lo sangriento, sino por su juego de luces y sombras y su falta de artificios, por su combinación con la cámara y las pantallas sucias de video, así como por una noche que predomina y unos colores manchado por la luz eléctrica, desnaturalizados por  faros, penumbras, farolas, tendidos eléctricos, platos de televisión, una fátiga e insomnio permanente. Incluso cuando nos pasamos al día o entramos en casas los tonos son fríos, asepticos o inhumanos.

El guión va desnundando a los personajes y a sus motivaciones cada vez más básicas y rudas, lo hace tan progresiva aunque brutalmente, que resultan creíbles y, al final, no resultan de un desarrollo sino que son visibles por una sinceridad desplegada y alimentada por los peores instintos: la maldad se acrecienta a la vista, pero siempre estuvo ahí y siempre estará. El ritmo se mantiene muy fluido gracias a las escenas de persecuciones con el coche, que dan paso a las atrocidades que se alternan con las (miserables) exigencias y declaraciones de intenciones de Bloom, siempre sin levantar ni una ceja.

Igual que en el caso de ‘Whiplash‘, aunque la de hoy sea aún más extrema y menos positiva, sus hechos y sus mensajes, de gran actualidad son extrapolables a otros lugares y en contra de esta de Daniel Chazelle o el ‘Birdman’ de Iñárritu, aquí no hay tregua ni ambigüedad. Dan Gilroy nos deja claro lo que sucede y cierra sin tapujos la trama y a favor de su protagonista. también se nos vuelve a repetir que el que la sigue la consigue, aunque, en este caso, sus propósitos no sean buenos y su talento no sea muy admirable.

Desde aquí recomendamos ‘Nightcrawler’ que se estrena este 30 de enero de 2015.