Crítica: ‘Violette’ de Martin Provost

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‘Violette’ es la película sobre la vida de Violette Leduc, una escritora fundamental para la literatura femenina (o simplemente contemporánea) que ha quedado en cierta medida olvidada a pesar de obras tan rompedoras en su época como ‘La bastarda’ o ‘La asfixia’. Martin Provost(‘Sheraphine’, ‘Où va la nuit’, ‘El vientre de Juliette’) repite su afición por las mujeres únicas y geniales, aunque confunde en su film el trauma con el genio, o al menos eso parece.

‘Violette’ es un biopic que nace con la intención de realizar una acercamiento a un personaje tan interesante como Leduc, aunque con una intención de motivar el buceo, más que de ser fiel a la biografía, (el mismo director admite que se ha tomado algunas licencias). No obstante, como ya hemos dicho, el drama y la frustración vital del personaje, que eran la raíz de la poética de su obra, quedan por encima que sus talentos personales. Las sombras de la formación de esta escritora prevalecen sobre otros aspectos de su persona, aunque sin realmente optar por las partes más escabrosas de su vida. Estos son más citados que expuestos que se mencionan mientras el relato gira en torno a su amistad con la famosísima Simone De Beauvoir.

El caso es que la película se pierde en una serie de escenas quizás no las mejores, que muestran la evolución de la artista hasta su consolidación como escritora a través de diferentes capítulos ordenados cronógicamente y en función del resto de personajes que van a guiar a la alocada, pasional y extrema Violette, a la que si bien no conocemos bien, a uno le entran muchas ganas.

Por otro lado, la película ahonda en uno de los temas principales de miles de films: las relaciones maternofiliales y la necesidad de sentirse querido y apreciado en este mundo. Este es el conflicto principal de Violette, como vivir sabiendo que nunca fue querida ni siquiera cuando nació, que era indeseada desde su primer suspiro y ocultada en consecuencia. Esta fealdad de bastarda que la lleva a la marginalidad es lo que potencia su arte y su ansias de amor y libertad: de ahí que defienda el derecho al aborto, a su sexualidad y que requiera ser reconocida y amada. No obstante, de esa fealdad apenas vemos nada, de su letra apenas unas frases, que, además, se perderán en cuanto optemos por una versión doblada.

Es también la antítesis la forma a través de la cuál aparece Leduc, Simone De Beauvoir, su descubridora, su sustentadora y su objeto de deseo, es una mujer fuerte e inteligente, pero fría, independiente, seria y formal, mientras ella es la pura franqueza, eso sí, sin ningún refinamiento. Lo mismo pasa con otros personajes con Jenet o Guerin, que juegan a un descaro frívolo sin miserias realmente propias, sino con sólo unas imaginadas y otras fechorías de su picaresca. Violette, sin embargo, crea a partir de sus vivencias y sus ensoñaciones nacen de sentimientos personales.

Todo esto viene rodeado de una banda sonora bastante sugestiva y una elección, imaginamos adrede, de un Paris triste u mustio, entre nieblas constantes, al revés que los campos de la Provenza que realmente darían luz a la auténtica escritora y su serenidad ‘literaria’. Lo mejor, sin duda, la interpretación de la protagonista  Emmanuelle Devos (‘Las malas hierbas’, ‘El hijo de otro’, ‘Crónica de una mentira’) y de su antagonista Sandrine Kiberlain (‘Nueve meses de condena’, ‘Los infieles’).

En definitiva, sin perder su estilo delicado y aclamatorio, elegantemente trágico, Provost nos presenta a Violette, literata, excepcional y una de las figuras principales del Movimiento Feminista de Liberación, pero no profundiza (y desaprovecha bastante un personaje soberbio).