Crítica: ‘Whiplash’ y toca, maldito, hasta ser un genio

Whiplash, crítica

Crítica de Whiplash

Whiplash’, (no confundir con el personaje de Marver) es tan buena como dicen: un drama oscuro y duro sobre el afán de conseguir un sueño, de tocar la genialidad y no perderse en un camino difícil llevado a su extremo. Eso sí, no es una historia que un espectador pesimista  o con necesidad de alegría vaya digerir bien. Las interpretaciones son magistrales y el relato verosímil hasta lo sangrante . Antes de que sigamos con ella, ya lo sabes, es una de nuestras recomendaciones.

‘Whiplash’ nos lleva de nuevo a un retrato íntimo y personal que es fácil de extrapolar a cualquier contexto, vaya que no hace falta ser músico para empatizar o comprender esta vorágine vital del protagonista. La historia se resume en pocas líneas: Andrew es un estudiante de música de la mejor escuela de jazz del país, Shaffer. Allí sueña con ser un maestro de la batería, con convertirse en uno de los grandes de la historia. A pesar de ser de primer curso, el profesor de la banda de más competitiva de la escuela le ficha para su grupo y ahí empezará su tortura psicológica,y cuasi física, para convertirle en eso que el añora ser: el mejor. Evidentemente en este camino los límites de lo saludable, de lo personal, de lo lícito y lo enfermizo, se cruzan o se difuminan, porque si uno no consigue su sueño ¿de qué sirve la vida?

whiplash poster

Este argumento se guía por la típica relación de profesor-alumno llevado a lo radical y hostil, a la inversa, o en negativo: el maestro en lugar de ayudar y apoyar al discípulo para que llegue a la cima, lo hace bajar a los infiernos y redimirse para reafirmar su talento, enseñarle a estar por encima de las pruebas, no conformarse con lo mediocre y buscar lo mejor de sí mismo. En fin que aquí lo didáctico son prácticas denunciables y desde luego no efectivas si no estás destinado a ser el mejor. Se pone también en marcha un mecanismo de persecución de gato al ratón, un cierto suspense abismal, que consigue mantener en vilo al público ante la atrocidad, un tira sin afloja que poco antes del final revela su faceta de juego y lección retorcida.

Existe, por otro lado, un mensaje positivo: no desistas. Si de verdad uno quiere algo no renuncia a ello. Con esto también existe una consensuada crítica al conformismo vital de nuestra sociedad, a la mediocridad, al descafeinización de las virtudes y talentos en un mundo masivo y merchandisizado, a la desaparición del individuo y su unicidad y talento, consecuencia de un mundo que valora lo global, lo poseído y consumido y lo extrovertido a toda costa.

Todo lo cuenta en un mundo reducido: la escuela de música y estos dos personajes son todo el film. El guión extremadamente ágil, con atención a los detalles (golpes, gotas de sudor, planos de heridas y tiritas, de ruidos y ‘nieve’), a los gestos y a la repetición justa, con ciertos picos de histrionismo bien repartidos, nos deja ver el interior de cada uno de los roles sin saturar mientras sangran y manchan la pantalla. J.k.Simmons quien está nominado a mejor actor de reparto (y es el que más puntos tiene para ganar), y que ya se ha llevado, entre otros premios, el Globo de oro, está brillante como tirano ser humano y profesor y Miles Teller, quien apenas tiene diálogo es capaz de convencer con sus silencios, sus expresiones y golpes de baqueta como si enunciase monólogos internos a gritos. A este último le veremos próximamente  en un film absolutamente opuesto: Teller, no obstante, ha conseguido ser famoso antes de aparecer como Reed Richards en el reboot de ‘Los Cuatro fantásticos’.

Aplaudimos, por todo esto, las elecciones y el buen hacer de Damien Chazelle, que lleva al largometraje su propio corto y que  con menos de 30 años puede llevarse con ‘Whiplash’ el Oscar a mejor película y a mejor guión adaptado. A Chazelle también le debemos el guión de este film, del de ‘Grand Piano’ y la dirección y libreto de ‘El último exorcismo 2’