Película llena de despropósitos que ni siquiera dos actores de la talla de Julianne Moore y Jonathan Rhys Meyers consiguen salvar. El principio es interesante, eso no lo podemos poner en duda, pero tampoco existe otro elogio para este thriller terrorífico sin pies ni cabeza.
Los suecos Måns Mårlind, Björn Stein, cuya anterior película fue “Storm”, nos traen ahora “Shelter”, en su título original, y que en castellano significa “refugio”, algo bastante más significativo que la traducción que le han dado para que case con las múltiples sombras que rondan la cartelera estas semanas (“Sombras tenebrosas”, “La sombra de la traición”), aunque tampoco mejoraría en nada la producción que vamos a diseccionar.
Los directores no tienen amigos
Esto nos queda patente cuando, minuto a minuto, asistimos horrorizados a un desfile de escenas muy mal encadenadas, de personajes ridículos y de elementos mezclados sin ton ni son. Desde luego, sus conocidos se hicieron los suecos (¡pedazo juego de palabras!) cuando este par de directores pedían opiniones.
Julianne Moore es Cara Harding, una psiquiatra forense que rechaza el trastorno múltiple de la personalidad. Su padre, que también es psiquiatra, le entrega lo que parece ser un caso genuino. Y hasta aquí bien, porque el personaje de Jonathan Rhys Meyers carga con la interpretación de dos personas diferentes, un manso David y un hostil Adam, y parece interesante. La doctora, en su empeño por encontrar una explicación lógica a la conducta disociada del paciente, profundiza en la vida de David y descubre que está muerto. Más que muerto, fue asesinado en circunstancias un tanto extrañas y macabras, y ni siquiera tenía la misma cara que la persona que se identifica como tal.
El misterio podría tener su atractivo si de repente no nos viéramos inmersos en una trama de brujería negra, posesiones y pérdida de fe, que es por lo que se mueve el supuesto bicho malo de la película. No se trata de una ridiculez porque no me guste el género: al contrario, soy fan de las historias de terror bien hechas siempre y cuando tienen un guión sólido, pero, en este caso, no lo encontramos.
Y no es de extrañar, pues la pareja de suecos ha querido meter demasiados elementos sobrenaturales y se han alejado de la realidad. ¿Qué persona en su sano juicio explora un bosque por la noche y sola? Al espectador le da risa porque si un ruido en medio de la noche lo sobresalta, acercarse a ciertos lugares con reputación oscura mucho más.
Película de terror para ¿ateos? (No, ni siquiera para ellos)
El “malo” solo absorbe (literalmente) las personalidades de aquellos que no creen en Dios porque tiene una historia pasada muy triste y truculenta; es un bicho traumatizado que sí debería tener en serio una terapia con la psiquiatra, tan dispuesta a ayudarle.
Si alguien decide ir al cine este fin de semana, que huya de “La sombra de los otros” o que asuma las consecuencias. Al menos estará casi dos horas al fresquito del aire acondicionado de la sala de cine.