
Los amantes pasajeros de Pedro Almodóvar, crítica
Desde su divertido y cautivador tráiler que compartimos por aquí hace unas largas semanas, me enamoré del estilo kitsch del único avión que ha aterrizado en el aeropuerto de Castilla la Mancha. Hablo del que se empleó en la película de Pedro Almodóvar, «Los amantes pasajeros«. Vamos a comprar un billete. Esto promete ser un vuelo más movidito que los de Ryanair.
Y comprar el billete no significa otra cosa que haberla visto para poder hacer una pequeña revisión al equipo de vuelo, su tripulación y sus pasajeros. Partimos de una premisa aterradora: un fallo aéreo no permite a este avión llegar a su destino, por lo que tiene que quemar combustible dando vueltas en el aire a la espera de que le den una pista para efectuar el aterrizaje de emergencia. De esta guisa nos presentan a los tres chicos Almodóvar: Carlos Areces, Javier Cámara y Raúl Arévalo, título que se ganan enseguida gracias a sus excentricidades.
Este equipo de azafatos debe animar y entretener a los pasajeros de primera clase, los únicos que no han tomado una dosis de algún potente somnífero para que no se percaten de la situación. Si los azafatos son particulares, hay que ver a estos, cada cuál más extravagante. Lola Dueñas es una medium capaz de olfatear la muerte (y no se equivoca), Cecilia Roth una celebridad como dominatrix, José María Yazpik es un mexicano con una personalidad muy sospechosa, Guillermo Toledo un actor de culebrón con algún que otro problema sentimental, José Luis Torrijo el señor Más, quien no ve a su hija desde hace más de dos años y Miguel Ángel Silvestre y Laya Martí una pareja de recién casados. ¿Que cómo me he enterado de todo esto? Fácil, aparte de viendo la película, los propios personajes lo comentan y se abren entre ellos cuando descubren que el vuelo ha puesto en peligro sus vidas.
Pero no solo los pasajeros tienen trapos sucios; no, Almodóvar no deja títere con cabeza y nos enseña a unos pilotos muy pervertidos con curiosos problemas acerca de su sexualidad. ¿Es una película cochina? No exactamente, pero con esos personajes es imposible que no haya escenas subidas de tono, sobre todo cuando los azfatos deben hacer cualquier cosa por su pasaje.
En «Los amantes pasajeros» nos encontramos a un Almodóvar completamente despierto, ocurrente, divertido, que sabe proporcionarnos una comedia interesante, aunque no es la mejor que ha escrito -ni dirigodo-, pese a que, como casi siempre, la elección del elencocamufla un poco la falta de grandeza y la sobra de pomposidad. Desde la música con el tema que coreografían los héroes («I’m so excited«) hasta la fotografía o la decoración. El toque característico de nuestro cineasta manchego está presente en cada plano, en cada frase y en cada personaje. Su sello personal es inconfundible, y puede gustar o no, pero es innegable que el hombre tiene el talento de expresarse a través de las películas y de llegar al público, si bien no a todo el mundo porque nunca llueve a gusto de todos.
En definitiva, si uno se despoja de los prejuicios y los deja en casa, se encontrará con una comedia surrealista que le hará pasar un buen rato. Apenas se tratan de noventa minutos, Carlos Areces está gigante y la música la pone Alberto Iglesias de nuevo. ¿En serio no vas a ir al cine a ver «Los amantes pasajeros»?