‘Mil maneras de morder el polvo’, crítica: MacFarlane a lo bruto, pero algo soso

Mil maneras de morder el polvo de Seth Macfarlane

Mil maneras de morder el polvo de Seth Macfarlane

‘Mil maneras de morder el polvo’  es la segunda película de Seth MacFarlane donde despliega todas sus tretas conocidas con un poquito de sangre añadida a la receta. El creador de ‘Ted’ y ‘Padre de familia’ vuelve a la carga en una historia con buen fondo pero muy mala leche, que resulta un absoluto vehículo para el lucimiento del director, productor, guionista y protagonista, MacFarlane.

 

‘Mil maneras de morder el polvo’ es una historia poco original salpicada de un humor bizarro, aunque más candido que el de ‘Ted’ en muchos momentos (y una cierta moralina incluso), que destaca por atreverse a hacer chistes que nadie más osaría hacer. Este pseudohomenaje a la comedia de Mel Brooks de 1974, ‘Sillas de montar calientes’ nos lleva a un peligroso y salvaje Oeste donde para hacerte respetar tienes que haber matado a alguien en duelo o haberte hecho respetar con alguna trifulca en el saloon. Así nuestro héroe es un granjero de ovejas pierde a su novia por cobarde tras huir de una pelea. Tras ello, éste ovejero, que no ha matado una mosca en su vida, conseguirá la ayuda de una forastera (la única que valora su bondad) convertirse en un tirador decente y retarse con el nuevo novio de su chica, para así recuperarla a ella y a su inexistente reputación. Aparte de eso la guapa profesora está huyendo de su marido, el bandido más malvado de aquellos lares, que vendrá a por ella en el peor de los momentos: cuando ella y el protagonista están haciendo más que buenas migas.

El resto del desarrollo del film es del todo imaginable y deducible, no hay novedad en el film  respecto a otras comedias más que la franqueza, la brabuconería y los guiños, una vez más, para frikis, amantes de los ochenta y del cine en general, así como los gags más brutales y escatológicos (sin llegar a la adolescencia estúpida de las spoof movies, frontera en la MacFarlane se mueve realmente bien). No falta ni la secuencia alucinogena ni la musical con guasa, puntos ineludibles de la fabrica ‘Family Guy’, pero se atreve con un romance que sin llegar a ser muy denso tampoco chirria, cosa que resultaba más inverosímil en sus otros relato dentro y fuera de la televisión. No es de extrañar ya que repiten junto a él su equipo de guionistas de siempre:  Alec Sulkin, que también actua en el film, y Wellesly Wild, quienes ya están también trabajando en ‘Ted 2’.

Por otro lado, y cómo sucedió en su primer film, el reparto que acompaña al director polivalente no puede ser mejor: Amanda Seyfried, Charlize Theron, Liam Neeson, Neil Patrick Harris, Giovanni Ribisi y Sarah Silverman le echan toda la pimienta a la película y son capaces de reírse de si mismos y poner el punto justo de parodia (y viendo alguna de sus películas, se podría decir que también de autoparodia). De hecho el elenco es tan atractivo que eclipsan a Seth MacFarlane en las labores de actor resulta aunque correcto, si un poco contenido y mate, aunque no se puede negar que ha amortizado sus visitas al dentista. Este es el punto que más flaquea del film ya que al presidir el grupo y querer salir bien parado, parece limitar lo indecoroso y vergonzante respecto a su personaje, y dejándole en algunos puntos hablar demasiado con algún que otro chistecillo que no funciona demasiado bien (y no queremos ni pensar como lo dejará el doblaje). En conclusión, MacFarlane tiene buenas ideas pero poco carisma como actor, sobre todo como actor principal.

Hay que señalar que todo el film se excusa en el tema para ofrecer magnificas y esperadas vistas de los desiertos y montañas rocosas del género, así como melodías miticas que animan a cualquiera y que sirven de compensación a la parte sucia del resto del duro y mortal Oeste.

En resumen Seth MacFarlane firma con ‘Mil maneras de morder el polvo‘, otra comedia divertida y con algún momento ‘grandioso’, aunque menos que Ted al moderarse un pelín, y que recomendamos para un rato de evasión, pero que os rogamos disfrutéis sin niños.