Moonrise Kingdom: un cuento de niños sin sal ni azúcar

‘Moonrise Kingdom’ no es el nombre de un videojuego, pero podría serlo. Se trata de la última película de Wes Anderson, que se estrena este viernes 15 de junio, sobre dos niños inadaptados que se escapan de casa para encontrar un pequeño mundo propio donde se enamorarán. Dicho así, todo perfecto, pero hay que matizar que la pareja es más bien rara y el entorno del que huyen está lleno de seres absurdos y semipatéticos  (especialmente ridículos, los adultos).

Lo que podemos asegurar es que la celebración del film va unida a la sumisión al especial humor y la ‘sobria’ dirección de actores de Anderson y, sobre todo, a no buscar una historia de niños al uso. No nos hallamos ante una película 10, pero el film consigue arrancar alguna carcajada ante brutalidades, crueldades y payasadas inesperadas e impropias de un relato infantil. El fallo: esto lo hace en medio de un tedio regular debido a la falta de encanto de los niños protagonistas, Kara Hayward y Jared Gilman, y un guión soso. Por tanto, no van a ver ‘Fantástico mister Fox’, pues en estilo se acerca más a ‘Viaje a Darjeleen’.

Lo que está claro es que Wes Anderson es único en crear universos propios, nostálgicos y con un aire entrañable en las caricaturas de los seres que los habitan. La forma de mover la cámara, casi hipnótica y de hacer guiños al espectador hablándoles directamente, así como los decorados, localizaciones y la iluminación que nos hacen retroceder en el tiempo, hacen más llevadero seguir a la pequeña pareja por ese mundo donde son incomprendidos. Asimismo el toque de aventura y huida, junto a la posterior idea del rescate, nos hacen involuntariamente a pensar en Peter Pan, sus ‘piratas’ y ‘unos’ niños perdidos.

Otra cosa memorable es el reparto plagado de estrellas con carisma y presencia: añaden ironía a la historia Edward Norton, en su faceta de cándido, Bruce Willis, de perdedor soltero, Frances Mcdormand y Bill Murray, como matrimonio deshecho, Tilda Swinton como ‘los servicios sociales’, el magnifico Harvey Keitel, como un ‘duro’ jefe de boyscouts  o el frecuente en sus films Jason Sshwartzman (pues sale en 5 de sus 9 películas), haciendo como sabe de canallá de medio pelo.

En resumen, esta extraña historia de amor (y de la estupidez de los adultos) es apta especialmente para amantes de Wes Anderson, que disfrutarán con la mezcla de  la tristeza patética, el humor negro, y absurdo a ratos, y un ligero encanto retro y romántico. Para quienes no sean fans, pero les pique la curiosidad recuerden una cosa: va sobre niños pero no es para nada para niños.

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