Mítica película de los 70, «Un cadáver a los postres» es una parodia del género detectivesco que por sí sola compone un interesante misterio que el espectador intentará resolver junto a los detectives que se presentan, todos ellos reconocidas figuras basadas en otros personajes.
Para los amantes del whoduint esta pieza de Robert Moore cumple con creces: cinco parejas de detectives son invitadas a pasar una velada con asesinato en la casa de un excéntrico ricachón (interpretado por… ¡Truman Capote!) que desea más que nada poner en evidencia el talento e ingenio de los sabuesos.
Hechas las presentaciones, nos encontramos con las versiones caricaturizadas de verdaderas estrellas del crimen. Tenemos a Hercules Poirot, Sam Spade, Nick y Nora Charles, Miss Marple y Charlie Chan. En este caso no se llaman así, pero los nombres se han deformado tan poco y los caracteres se han mantenido tan bien que no cuesta nada reconocerlos. Así pues, el señor Twain propone un misterio para los intrépidos detectives: después de la cena, alguien de la mesa será asesinado por una persona que está en el comedor justo en ese instante.
Para asegurar una estancia agradable en la mansión, hay un mayordomo ciego que se ocupa de los invitados y una cocinera sordomuda que puede matarlos de hambre sin enterarse de lo que le están pidiendo.
El mayor peso de la película recae, sin duda, en los diálogos, que son impresionantes y muy ingeniosos. Sin embargo, «Un cadáver a los postres» tiene un gran enemigo y es el ritmo trepidante de los acontecimientos. Si dura una hora y algo, da la sensación de que se reduce a la mitad y no la beneficia porque, aparte de que todo está demasiado conglomerado, la magnífica idea de la que parte -parodia detectivesca- no se explota en todo su esplendor y deja con las ganas.
El final es absolutamente precipitado y las hipótesis son una crítica no velada a las trampas de las historias de detectives que guardan detalles para imposibilitar la resolución del misterio por parte del espectador o lector. También es enrevesada y digna de un capítulo de Scooby-Doo. No obstante, a poco que se nos encienda la chispa, daremos con la solución. Sí hay un crimen y sí hay un asesino.
Mención especial para Alec Guinness en el papel de mayordomo, aunque mi favorito ha sido, sin duda, el detective de San Francisco interpretado por un fascinante Peter Falk. El resto del reparto lo completan Maggie Smith, Peter Sellers, Elsa Lanchester, David Niven, Estelle Winwood, Richard Narita, Eileen Brennan y, como dijimos anteriormente, el escritor Truman Capote.
«Un cadáver a los postres» es una comedia que aspira a un notable y le sienta bastante bien. No es de diez porque algunas situaciones no cuajan por mucho que el espectador ponga de su parte y porque el talento se dilapida sin aprovecharse apropiadamente. Lo que la hace obtener esa nota son sus disparatados diálogos, los personajes y la ambientación. Si aun no la has visto, dale una oportunidad, que suelen pasarla por la televisión.