Crítica: ‘Boyhood’

Boyhood critica

Boyhood critica

Boyhood’ es la última epopeya épico-biográfica de Richard Linklater que no dejará indiferente a los más fans del realizador. La idea que resume el film está en el subtítulo elegido aquí para ‘traducirla’ a los no familiarizados con el inglés: momentos de una vida. En esto se ha compuesto un puzzle magistral y equilibrado, con una visión general completa de la vida de un niño en su proceso hacia la vida adulta.

‘Boyhood’ cuenta además, para los curiosos, con la peculiaridad de estar filmada en estricto orden cronológico a través de 12 años de vida: los actores son los mismos a lo largo de ese viaje y el cambio físico del pequeño Ellar Coltrane es espectacular, así como el envejecimiento del resto del elenco- Patricia Arquette y Ethan Hawke– lo que da un plus de verosimilitud y autenticidad al film, sin que esto deba de llevarse a los altares de la genialidad. Se trata de una obra realmente personal, que lleva unida el propio crecimiento de sus intérpretes, de hecho la propia hija del realizador, Lorelei Linklater, da vida al otro personaje al que vemos madurar junto al protagonista, a su hermana pequeña. Desde luego nos ayuda a sentirnos espectadores de una vida real, pero el punto está en la selección de las piezas, más que en el devenir temporal de sus actores (quienes, no queremos olvidar decirlo, están soberbios ).

'Boyhood' de Richard Linklater

Pero ¿cómo escoge esos momentos? Pues aquí nos hallamos a partes iguales con los vicios y las virtudes de la película. Lo hace con mucha delicadeza: es sutil en los detalles que elige, lo que se agradece en los temas escabrosos que vive la familia de  Mason, y asimismo elude un tono grandilocuente sobre la vida y las típicas preguntas. Por otro lado, evita tanto mancharse las manos que se pasa de frío en otras partes del film. En esto si que podemos hablar de cuestión de gustos, pero hubiera estado bien un poco más de introspección. Ni siquiera los diálogos son los más personales, aunque eso no deja que sean muy significativos, sobre todo en la estampa general.

De este mismo lado, nos falta una chispita de energía y de sonrisa: si bien consigue apaciguarnos con su elegancia y contención en lo sórdido, tampoco explota los momentos dulces. El filme dura más de dos horas y media y se echa de menos un guiño emotivo o simpático que mantenga al público embelesado, ya que interés lo mantiene con creces.

También agradecemos que decida, salvo en su cierre final, un final abierto y esperanzador, a la par que confuso, no irse por las ramas y no adoptar un punto de vista místico, cosa que mareaba un poco en otras películas  como ‘Waking Life’ y ‘Scanner Drakly’ o el tono ñoño de su trilogía de ‘Antes del amanecer’. Esto último se lo debemos, quizás, a que Linklater  opta esta vez, no sólo por dirigir, sino también por encargarse del guión, lo que no sucedía en otras como las citadas, donde el propio Hawke y la propia Delpy, no sólo actuaban sino que se encontraban detrás del libreto. Sin embargo, el director siempre ha sabido cuando y como despojarse del artificio cuando hay una historial real que contar, como también conseguía en’ Fast Food Nation’. En cualquier caso y, como ya decíamos, ‘Boyhood’ consigue un propósito con eficiencia, exponernos con suavidad la vida de un chico cualquiera con momentos duros y destellos de poesía; ahora, eso si un chico un pelín soso.