Crítica: ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’

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‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’ es una nueva adaptación de un best seller  en este caso de la novela homónima de Katherine Pancol. De por si este dato no nos dice nada, aunque siempre pueda ser la garantía de encontrar una película entretenida y accesible, siempre que no contengan brujas, vampiros, o seres sobrenaturales cuyos dramas, por lo general, son poco creíbles, o asumibles sólo por una suerte de fans casi beatos. No obstante, nos hallamos en el primer supuesto, y el apoyo imprescindible del buen hacer de sus protagonistas, Julie Depardieu y Emmanuelle Beart, nos permite el descanso y la (suficiente) evasión.

‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’ es la historia de dos hermanas  que para ilustrar la fábula, cercana a la cigarra y la hormiga (e incluso la del traje del emperador), son opuestas. Por un lado Julie Depardieu, alias Josephine es una mujer buena, lista , trabajadora, madre entregada pero maltratada, por familia y sociedad, por no ser ‘competitiva’ (es decir, que se impone el ser una femme fatale y trepadora). Mientras Emmanuelle Beart es Iris, su rubísima hermana, rica y atractiva, pero superficial, egocéntrica, ambiciosa y falta de talento. Cuando a la primera la deja el marido,  y con ello cuernos y una importante deuda, la segunda aprovecha la necesidad imperiosa de esta para sí misma: Iris se convertirá en la autora de una novela que Josephine escribirá, a cambio del dinero con el que pagar el préstamo del conyuge huido, que está criando, nada más y nada menos, que cocodrilos en África. Por supuesto, el libro será un éxito y permitirá  que los personajes muestren sus verdaderas caras, intenciones y potencialidades.

Así, la historia se llena de los matices crueles de una parodia sobre una sociedad estúpida que valora más la prensa que los hechos, la cubierta que el contenido, pero que no puede evitar caer mustia según se evidencia la vacuidad de sus seres. De hecho el filme nos muestra este contraste como un bucle: empieza con una abuela avariciosa y parece perpetuarse con una insensible nieta.

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Lo bueno es que el drama que aquí se nos cuenta y que es un relato bien conocido carece de muchos recursos faciles de ‘happy end’, de largos diálogos explicativos e innecesarios, y por otro lado, también evita el melodrama. El equilibrio entre contención y naturalidad es perfecto y nos permite asumir las licencias fantásticas como la subtrama romántica, que sirve como respiradero, del joven amante que interpreta un breve Quim Gutiérrez.  Además todo esto funciona porque las dos actrices están justas en sus papeles, sobre todo Depardieu(‘Tu y yo’, ‘El arte de amar’, ‘Possessions’), ya que Beart a causa de tanta cirugía ha perdido parte de la belleza gestual de antaño.

Quizás se hecha de menos un poco más de comedia y algún elemento inesperado, ya que prima sobre la sorpresa, la verosimilitud. Por otro lado, cabe darse cuenta que el cliché abunda: los ricos son malos, los pobres buenos, los malos han de ser castigados y buenaventurados los buenos y humildes.(Esto que parece molestar es más doloroso en películas de pretendida acción como ‘Elysium’ ) Hay quien dirá que nos hallamos ante una una cinta para mujeres, lo que puede ser otro arquetipo tanto para el que ha hecho el film como para el que así lo cataloga y aunque en cierto punto sea así, está claro que el engaño funciona sin chirriar y sin encontrar princesas tontas esperando el salvamento mágico de un film de Meyer. Y sin embargo es de esta manera: ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’ está dirigida por Cécile Telerman, que con sus tres películas( la que hoy nos atañe, ‘Toda la culpa es de mi madre’,y  ‘¿por qué las mujeres siempre quieren más?’) se especializa en los problemas personales y dramas de la mujer actual.