Crítica: ‘Llévame a la luna’

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‘Llévame a la luna’ es una comedia francesa protagonizada por Dany Boon(‘Bienvenidos al Norte’) y Diane Krüger (‘Troya’, ‘Malditos bastardos’, ‘La huésped’) sobre el amor verdadero, lo que uno es capaz de hacer por él y las supersticiones. Pascal Chaumeil(‘Los seductores’) dirige en tono amable  el tira y afloja de esta pareja destinada a entenderse con más simpatía que verdadera carcajada, pero que aún así consigue refrescar el ambiente  de verano plagado de intentos intensos de blockbusters ruidosos.

Isabel Lefevre (Kruger) forma parte de una familia donde las mujeres sufren una curiosa maldición: sólo encuentran el amor verdadero tras un primer matrimonio fallido, es decir, que este siempre fracasa. Así su madre, su hermana, sus tías, viven felizmente pero con un segundo marido. El problema es que ella ya ha encontrado la pareja de sus sueños y quiere que funcione. Tras intentar evitar casarse durante mucho tiempo, su deseo de tener hijos hará que su novio le obligue a ello, pero, para que salga bien, ella tiene que desposarse, adivinad, en segundas nupcias. Para ello necesita un voluntario que se case y se divorcie de ella en un corto plazo de tiempo. Esto que al principio parece fácil se irá complicando y la llevara a viajar por el mundo en busca de su cabeza de turco, un guía de viajes llamado Jean Yves(Boon), y a descubrir algo del amor que no sabía: no puede planearse.

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Con esta premisa y dos actores con carisma el film se desarrolla como un entretenimiento encantador, donde los chistes, los gags y los tópicos están a la vuelta de la esquina. Todo empieza y termina como cabe imaginarse y eso no molesta.

Quizás su mayor defecto sea un exceso de contención y de ingenuidad, es decir, realmente no se llevan las situaciones hasta el punto más risible o gracioso como el de evitar el contacto físico entre la supuesta pareja enamorada, o el de intentar atraer apasionadamente al futuro marido de turno a toda costa. Podemos ver golpes al estilo tartazo donde no se considera el verdadero dolor sino el gancho cómico, pero no se hace lo mismo en el tono sexual. Algo que, quizás, se deba a, aura de la actriz elegida: Kruger se desenvuelve con una elegancia admirable y un francés suave y delicioso (que podréis oír en la versión original) y es indudable su belleza limpia y perfecta, pero carece de un atractivo más sexual y rompedor, razón por la cuál el engaño no termina de ser del todo creíble a pesar de los esfuerzos de la alemana. (No obstante, se trata de su primera comedia tras 10 años de carrera, así que como primer intento se lo perdonamos) Por otro lado, ella y Boon no terminan de tener química y no llegan a quitarse la melena, aunque a él se le ve mucho más cómodo que a ella en la mayoría de las escenas emotivas y/o de humor.

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En esta misma línea, Dany Boon no es el típico pardillo al que uno quisiera liar y perder, sino que resulta un tipo curioso con diferentes manías con un carácter para el caso demasiado soportable y paciente. Con esto y un par de flaquezas del novio en espera, ya sabemos quién será el triunfador. La perfección y la rutina son derrotadas por la pasión y las particularidades.

El reclamo de este film ‘un plan parfait’ (‘un plan perfecto’ sería el verdadero título de la película) es que está producida por los mismos que hicieron lo propio con ‘Intocable’: nada que ver hay entre este y aquel relato más que un gusto por intentar sacar la sonrisa a los espectadores sin optar por lo escatológico, y dejando un buen sabor de boca. Así y con todo lo dicho recomendamos con sus defectos y virtudes ‘Llévame a la luna‘ a los amantes de la comedia romántica y las comedias en general sin muchas complicaciones ni tragedias.

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